miércoles, 27 de marzo de 2024

Se cumplen 179 años de la Batalla de India Muerta.

 



A comienzos de 1845 va a reanudarse la lucha en el territorio argentino, pero la guerra nunca ha estado interrumpida.  En el Uruguay combaten tres ejércitos de la Confederación y en el de Oribe figuran batallones argentinos.  También ha habido algún encuentro insignificante en Entre Ríos, promovido por el gobernador de Corrientes.  Pero ahora Rosas tendrá frente a él al más notable de nuestros militares, el general Paz, que acaba de ser designado en Corrientes jefe del Ejército Aliado Pacificador, y que ya ha comenzado a organizar sus tropas.  Este nombramiento no es la única habilidad del gobierno correntino.  Su tratado de comercio con el Paraguay, que Rosas considera una traición, porque una provincia no puede pactar con el extranjero, es el primer paso hacia una colaboración militar.


 


Manuel Oribe venció a Fructuoso Rivera en Arroyo Grande (6 de diciembre de 1842). Este perdió todo su ejército, y hasta sus pistolas y espada de honor, que arrojó para poder huir.  Este hecho de armas significó el fin de la Federación del Uruguay que Rivera presidía.  Luego de esa batalla, las tropas rosistas comandadas por el general Oribe atravesaron el Uruguay, mientras que las tropas de Rivera huían hacia Montevideo sin ofrecer resistencia.  Después de eso, ya Oribe con casi la totalidad del País en su poder. Se propuso sitiar Montevideo, en un sitio que duraría nueve años y seria recordado por la histografia uruguaya como “Sitio Grande”. Y establecer su sede de Gobierno en lo que hoy se conoce como el barrio del  Cerrito de la Victoria, en lo que era para ese entonces las afueras de Montevideo.


 


Fructuoso Rivera, que no había ejercido actos de gobierno sino al pasar, en los puntos que ocupaba con sus armas, era seguido por el ejército al mando de Urquiza, quien lo alcanzó en la sierra de Malbajar, y lo obligó a traspasar la frontera y asilarse en Río Grande.  Rivera se dirigió en nombre del gobierno oriental al marqués de Caxias, comandante en jefe de las fuerzas del Imperio en esa provincia, con quien había tenido negociaciones por intermedio de su secretario don José Luis Bustamante.  Allí pudo reorganizarse con los auxilios de armas, vestuarios y caballos que recibió.  Los últimos días de enero de 1845 pasó a la frontera oriental.  Sus divisiones, al mando de los coroneles Flores, Freire y Silveira, sostuvieron choques sin importancia con las de Urquiza; pero como él pasase a mediados de febrero del norte al sur del río Negro y pusiese asedio a la villa de Melo, Urquiza reunió sus fuerzas y el 21 se movió del Cordobés en dirección a Cerro Largo.  Rivera se ocultó en la sierra del Olimar y Cebollatí.  Urquiza contramarchó el 23 del Fraile Muerto, y se dirigió por el camino de la cuchilla, con el designio de ponerse al flanco derecho y salirle a vanguardia.  Pero fue inútil.  Rivera, conocedor del terreno, hacía marchar y contramarchar a Urquiza con el objeto de arruinarle las caballadas y caer sobre él en un momento propicio.  Así permanecieron hasta el 31 de marzo en que Urquiza se movió de su campo de Los Chanchos, al saber que Rivera a la cabeza de 3.000 hombres se dirigía a tomar el pueblo de Minas.  Urquiza pudo impedírselo llegando a tiempo a la barra de San Francisco, pero tuvo que permanecer en este punto para dar descanso a sus caballadas.  El 21 Rivera reunió todo su ejército y se dirigió sobre Urquiza.  El 25 se avistaron ambos ejércitos, y el 26 tomó posiciones en los campos de la India Muerta.


 


Rivera tenía poco más de 4.000 hombres; Urquiza tenía 3.000, en su mayor parte veteranos.  Al salir el sol del 27 de marzo, Urquiza hizo pasar dos fuertes guerrillas por el arroyo Sarandí, y tras éstas adelantó sus columnas tendiendo su línea a tiro de cañón de Rivera, y compuesta la derecha: de la división entrerriana al mando del coronel Urdinarrain; centro: tres compañías del batallón Entre Ríos y tres piezas de artillería al mando del mayor Francia; izquierda: ocho escuadrones de caballería, dos compañías de infantería y la división oriental al mando del coronel Galarza.  Los escuadrones entrerrianos llevaron una tremenda carga a sable y lanza sobre la izquierda y el centro de Rivera, compuesta la primera de milicias últimamente incorporadas de los departamentos de río Negro, y el segundo de un batallón de infantería y dos piezas de artillería, respectivamente mandados por los coroneles Baez, Luna, Silva y Tavares.  Las cargas de los federales fueron irresistibles, y bien pronto quedó reducida la batalla sobre la derecha de Rivera, donde estaban sus mejores fuerzas al mando del general Medina, jefe de vanguardia.  Ante el peligro de ser flanqueado y envuelto, Rivera se dirigió personalmente a su izquierda para rehacerla, lo que pudo conseguir trayendo algunos escuadrones al combate.  Pero Urquiza lanzó entonces sus reservas, y después de una hora de lucha encarnizada lo derrotó completamente, matándole más de 400 hombres, entre los que había treinta y tantos jefes y oficiales; tomándole como 500 prisioneros, el parque, caballadas, toda su correspondencia, y hasta su espada con tiros y boleadoras.


 


“Te noticié del suceso malhadado del 27 –le escribe Rivera a su esposa- desgraciadamente volví a sufrir otro contraste que nos obligó a pasar el Yaguarón un poco apurados.  Yo perdí parte de la montura y desde ese día estamos bajo la protección de las autoridades imperiales”.


 


Esta victoria destruyó para siempre la influencia militar del director de la guerra contra Rosas.  


 


En Buenos Aires, donde llega la noticia el último día de marzo, se celebra el triunfo con grandes fiestas: fuegos artificiales, descargas, iluminación, embanderamientos y manifestaciones callejeras con música.  Una columna de cuatro a cinco mil personas llega a Palermo.  Van diputados, jueces, funcionarios.  Rosas no se presenta a recibir su homenaje y son atendidos por Manuelita.


 


A fines de enero, el almirante Brown, por orden de Rosas, ha restablecido el bloqueo.  No ya el bloqueo parcial, como el año anterior, a ciertas mercaderías y la exención para Inglaterra y Francia, sino el absoluto.  Pero el almirante Lainé lo desconoce.  Convertido desde el año anterior en enemigo de Rosas, en otro Purvis, aplaude a los legionarios y dice no poder disolverlos porque ellos ya no son franceses.  Al mismo tiempo, hostiliza a Oribe, desconoce sus derechos y no permite que otros franceses se vayan a Buenos Aires.  Ha establecido en Montevideo, una indudable intervención.  El es quien ahora manda allí.  Muy poco falta para que la ciudad quede ocupada por Francia.  Rosas, entonces decreta, con la indignación de los representantes de Francia e Inglaterra, que no entren en Buenos Aires, verdadero puerto de destino, los barcos que hayan tocado en Montevideo.


 


Después de India Muerta la caída de Montevideo pareció inevitable.  El gobierno mismo llegó a declarar que la ciudad no podía sostenerse cuarenta días con sus solos recursos.  Oribe a convocado en mayo para la renovación de la asamblea legislativa y elecciones de presidente de la República, y propone la rendición.  Rechazada, se prepara a atacar.  Lainé e Inglefield declaran que no permitirán la caída de la ciudad.  Y es entonces cuando la proveen de armas, municiones y víveres y cuando desembarcan tropas.  Y el gobierno de Montevideo escribe al del Brasil unas palabras infames y vergonzosas según las cuales el Uruguay, en casi de tener que entregarse a un poder extranjero, “antes que sucumbir bajo la cuchilla de Rosas” –palabras textuales- “se echaría con preferencia en los brazos de un poder americano”.  Es decir, que antes de ser gobernados por su compatriota Oribe, héroe de la independencia uruguaya, uno de los “33” y jefe de Ituzaingó, prefieren ser brasileños esos malos uruguayos, prefieren entregar su patria al Brasil, el único y perpetuo enemigo de su independencia.


 


Una vez más, los extranjeros impiden la caída de Montevideo.  Ahora sólo la defienden cuatrocientos nueve orientales.  El resto de las tropas son esclavos, en su mayoría pertenecientes a extranjeros y en número de seiscientos dieciocho; y dos mil quinientos extranjeros, de los cuales mil quinientos cincuenta y cuatro franceses.  ¿Qué se han hecho los mil franceses restantes?  Los más serios, así como otros que no formaron nunca en la legión, se han refugiado en Buenos Aires.  Desde aquí dirigen una petición al gobierno francés, en donde se lee estas palabras significativas: “El señor Lainé, ¿ha sido enviado para proteger al partido agonizante que domina en Montevideo, o para protegernos a nosotros?”.  Ese partido agonizante, esos cuatrocientos nueve hombres, ahora que el ejército de Rivera no existe, representan para Francia e Inglaterra el Estado Oriental.  Y en nombre de ese puñado de individuos, Francia e Inglaterra vienen a meterse en la política del Plata, a mandar como dueños, a imponerse con sus cañones.


 


¿Y los emigrados?  El número de los argentinos que defienden la plaza es de apenas ciento treinta.  Muy pocos más son los que llevan armas.  Los demás están en Buenos Aires o en el Brasil.  Pero esos pocos argentinos son los dueños del gobierno de Montevideo, principalmente Florencio Varela.  Ha de estar alegre Varela, al ver el resultado de su misión a Europa, al ver a su patria próxima a entrar en guerra contra las dos grandes potencias del mundo, en peligro de ser destruida y desolada.


 


Fuente


Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado (2008).


Gálvez, Manuel – Vida de Don Juan Manuel de Rosas – Ed. Tor – Buenos Aires (1954).


Portal www.revisionistas.com.ar


Saldías, Adolfo – Historia de la Confederación Argentina.

viernes, 31 de marzo de 2023

Se cumplen 205 años de la Batalla de San Carlos

 



La batalla de San Carlos fue un enfrentamiento bélico ocurrido el 31 de marzo de 1818 en la localidad de San Carlos, provincia de Corrientes —entonces perteneciente a la provincia de Misiones— Argentina, en el marco de la invasión lusobrasileña. Entre los invasores portugueses y brasileños comandados por Francisco das Chagas Santos, y las fuerzas defensoras argentinas, el ejército guaraní misionero, dirigido por Andrés Guazurarí y Artigas.


El 18 de marzo el brigadier carioca Francisco das Chagas Santos salió de San Borja con una fuerza superior a la de su campaña anterior, llevando consigo 800 hombres y dos piezas de artillería. Chagas, luego de avanzar y tomar la capilla de San Alonso, se dirigió el 30 de marzo hacia el pueblo misionero de San Carlos; las fuerzas correntinas del capitán Serapio Rodríguez y las fuerzas misioneras dirigidas por el comandante Andresito Guazurarí decidieron esperar a las fuerzas lusobrasileñas en las inmediaciones de dicho pueblo.


El 31 de marzo de 1818 chocaron finalmente las tropas de Chagas y la de los defensores dirigidos por Andresito y Serapio. Durante cuatro días se trenzaron en intensos combates, entre los luso-brasileños y los defensores de San Carlos. Al principio los lusobrasileños lograron controlar el pueblo y los defensores se atrincheraron en el colegio y la iglesia de San Carlos, en espera de refuerzos. Mientras tanto se siguieron produciendo intensos combates entre sitiados y sitiadores.


El 2 de abril de 1818, parecía que los deseos de Andresito se harían realidad, el capitán Aranda se dirigió a San Carlos, para socorrer a los defensores, pero pronto la situación se volvería en contra de Andresito, dado que la columna correntina de Aranda sería derrotada, encontrando este último la muerte en acción. El día 3 de abril, favorecido por los focos de incendio que se habían producido y el estallido del polvorín que ocasionara numerosos muertos y heridos, se realizó el asalto final. El trance de morir quemados obligó a muchos a rendirse, mientras otros, en un recurso de riesgo extremo, intentaron una salida violenta, buscando romper las líneas enemigas. Entre ellos el propio Andresito, que ―según Martín de Moussy― logró escapar con sus mejores soldados.


Cuatro días duró este combate, considerado uno de los más violentos y reñidos entablados entre misioneros y portugueses, en el que los guaraníes demostraron su tenacidad y valor, pudiendo decirse otro tanto de los correntinos que los acompañaron en la ocasión.

miércoles, 27 de octubre de 2021

Se cumplen 195 años del triunfo de Facundo Quiroga en la Batalla de El Tala

 La Batalla de El Tala (27 de octubre de 1826) fue un combate ocurrido durante las guerras civiles argentinas, entre las tropas del caudillo riojano Juan Facundo Quiroga y el gobernador de Tucumán, Gregorio Aráoz de Lamadrid, el 27 de octubre de 1826, que se saldó con una victoria de Quiroga.



El coronel Lamadrid había sido enviado al norte argentino a reclutar tropas para la guerra del Brasil, pero aprovechó las primeras que reunió para deponer al gobernador tucumano Javier López y ocupar la gobernación de su provincia natal. Poco después tomó parte en una pequeña guerra civil local en la vecina provincia de Catamarca, asegurando el triunfo para el contendiente del partido unitario.


Poco antes, el conflicto interno había sido pacificado gracias a la intervención de Facundo Quiroga, que había salido de garante de un arreglo pacífico entre las partes; pero la intervención de Lamadrid violó ese arreglo, y Quiroga buscó recomponer el equilibrio, interviniendo en la guerra civil. Tras varias idas y venidas de ambos vecinos, Quiroga logró el triunfo para el candidato federal y, para evitar nuevas intromisiones, invadió Tucumán para derrotar al ejército de Lamadrid.


Por otro lado, el presidente Bernardino Rivadavia, que no era reconocido en todo el país ni mucho menos, encargó a Lamadrid deponer a los gobernadores que se negaban a reconocerlo, entre ellos los de Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero. Quiroga comprometió al gobernador de esta última, Juan Felipe Ibarra, pero éste sufrió una invasión desde Salta por el coronel Francisco Bedoya y 1.200 tucumanos y salteños, que le impidió participar, viéndose obligado a llevar a cabo una campaña de tierra arrasada que logró hacer retroceder al enemigo.


Apenas entrado Quiroga en la provincia de Tucumán, le salió al encuentro Lamadrid con sus tropas, en el paraje de El Tala. El encuentro pareció comenzar con una rápida victoria del tucumano, pero una veloz recuperación de Quiroga desorientó a los hombres de Lamadrid. Para empeorar las cosas, Lamadrid estaba enfermo de indigestión.


Lamadrid fue seriamente herido en la batalla, y sus hombres huyeron. Creyéndolo muerto, los soldados de Quiroga desnudaron el cuerpo del jefe enemigo, pero cuando el jefe riojano lo buscó para darle sepultura, no encontró el cadáver. Lamadrid logró esconderse y refugiarse en Tucumán algunas semanas más tarde, donde logró reasumir el gobierno para una revancha. Las heridas de Lamadrid quedaron como terribles cicatrices en su cara, y la pérdida de la mitad de una oreja, características que harían inconfundible la figura del jefe unitario en el futuro.


lunes, 20 de abril de 2020

Se cumplen 64 años de esta carta de Perón al compañero Florencio Monzón




Carta a Florencio Monzón 20 de abril de 1956

Escrito por Juan Domingo Perón.

Panamá, 20 de abril de 1956

Señor D. Florencio Monzón

SANTIAGO

Mí querido amigo:

Acuso recibo de sus cartas e informes del 8, 12 y 16 de abril ppdo. por lo que veo que todo marcha bien en nuestros trabajos. Lo importante para el futuro inmediato es asegurar las comunicaciones por dos o tres conductos para cada dirigente, a fin de que sean seguras a todo evento.

Nosotros tenemos la gente y sabemos que a una orden nuestra, una gran Mayoría de los argentinos se movilizarán para cualquier misión y que habrá muchos dirigentes que estarán también listos para trabajar en cualquier dirección. Luego, el único problema nuestro es poder llegar  a mantener enlace permanente, de manera que se pueda concretar masas con unidad de acción en cualquier emergencia. Para ello necesitamos buenas comunicaciones, rápidas y seguras. Por eso debería ejercitar mucho el enlace, es decir, poder comunicarnos segura y rápida mente con los dirigentes encargados de conducir la masa y hacerles Iugar a las órdenes.

Es necesario que sepamos a ciencia cierta cuánto tiempo necesitamos para saturar la masa con una orden y con cuánto tiempo de anticipación es necesario ordenar las cosas para que se puedan ejecutar simultánea mente y en el momento oportuno. Los panfletos autografiados pueden servir para esa comprobación. Hay que tener en cuenta que las órdenes van simultáneamente impartidas por los comandos de Brasil, Chile, Bolivia. Paraguay y Uruguay, es decir que se invade la República por todos lados lo que permite suponer que establecido esto sistemáticamente, puede comprobarse fácilmente el tiempo que dura una comunicación en difundirse en todo el país, por la misma información de los respectivos comandos. Por eso es importante informarme cuando una noticia, orden, panfleto, etc., se ha difundido totalmente. Hay que hacer lo posible para saberlo.

...Debo confesar que de los distintos comandos o personas que trabajan en los distintos teatros de operaciones, Chile es fuera de toda duda el que mejor anda. Eso explica el alboroto que se ha levantado allí en contra de María y todos ustedes. Lo importante es no presentar blanco. No olvidarse que este es un juego de vivos y que, en ese juego gana el que puede pasar por tonto, sin serlo.

...Siga informándome que yo semanalmente les contestaré. No lo hago más a menudo porque, como atiendo personalmente la correspondencia de todos los comandos, me paso el día en la máquina y no doy más. Tengo ya en pleno funcionamiento a los de Chile, Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Venezuela, México, Cuba, amén de Italia, Alemania, España, Líbano, Siria, etc. Es una tarea superior a mis posibilidades personales y, esto no se lo quiero confiar a nadie.

Saludos para todos los compañeros, su familia y un gran abrazo

Juan Perón

jueves, 7 de noviembre de 2019

Se cumplen 180 años del triunfo Federal en La Batalla de Chascomús


Coronel Prudencio Rosas


La Batalla de Chascomús se produjo el 7 de noviembre de 1839 y fue un enfrentamiento librado durante las guerras civiles argentinas, en el que las fuerzas leales al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas -comandadas por el coronel Prudencio Rosas, hermano del gobernador- vencieron a los revolucionarios de los Libres del Sur -comandados por Pedro Castelli, que habían insurreccionado poco antes gran parte del sur provincial- haciendo fracasar un vasto movimiento en contra de Rosas.


Varias crisis sucesivas empujaron al pueblo de Buenos Aires a buscar la tranquilidad a través del gobierno fuerte de Juan Manuel de Rosas, electo a principios de 1835. Éste asumió a condición que poder disponer, no sólo de las “facultades extraordinarias” que había utilizado en su primer gobierno, sino de la “suma del poder público”, otorgada por la Legislatura de la provincia de Buenos Aires. Para que no quedaran dudas del nombramiento pidió que un plebiscito confirmara el nombramiento y sobre 9000 votos sólo 7 fueron en contra de las facultades extraordinarias. La legislatura, que mantuvo alguna autonomía, nunca se atrevió a enfrentar al poderoso gobernador.

En 1838, se produjo el bloqueo francés al Río de la Plata, en protesta porque a los ciudadanos franceses se los obligaba a alistarse en el ejército como a los nativos. Los atacantes se apoderaron de la isla Martín García. Esto llevó al cierre de las exportaciones, lo que disgustó a mucha gente que se vio perjudicada económicamente y a la reducción de gastos por parte del gobierno.

Además del malestar por la fuerte reducción de las importaciones, los productores rurales del sur de la provincia se vieron afectados por un cambio en las condiciones de la concesión de sus campos en enfiteusis por parte del gobierno, que hasta entonces habían sido favorables a sus beneficiarios.

En la ciudad de Buenos Aires se gestó una conspiración para derrocar por la fuerza al gobernador, dirigida por el hijo de Manuel Vicente Maza, hasta entonces el mejor amigo de Rosas. Al ser descubierta la conspiración, ambos fueron muertos.

Un grupo de estancieros del sur había contado con el éxito de Maza para sumarse a la revolución. Junto con la noticia del fracaso de éste se enteraron de que Rosas sabía de la existencia de su grupo. Y también llegó la noticia de que el ex líder unitario, general Juan Lavalle, se había trasladado a Martín García para atacar Entre Ríos. Los “Libres del Sur” lo comprometieron a ayudarlos y se lanzaron a la rebelión en Dolores, el 29 de octubre de 1839. Entre voluntarios y peones aportados por los estancieros, llegaron a reunir casi 2000 hombres. Entre los principales líderes del grupo se contaron Pedro Castelli, hijo del prócer de la Independencia Argentina Juan José Castelli y que asumió el mando militar; Ambrosio Crámer, un coronel francés que había sido oficial de Napoleón Bonaparte; y Manuel Leoncio Rico, oficial del ejército de Rosas.

Tras unos días de preparación de las tropas, reunieron algunos contingentes de la zona del Tuyú (hoy General Lavalle) y de Chascomús. Se dirigieron hacia esa ciudad, donde se enteraron de que Lavalle había decidido lanzarse sobre Entre Ríos, su destino original.

La batalla

Croquis de la Batalla de Chascomús, librada entre las fuerzas leales al gobernador Juan Manuel de Rosas y los revolucionarios del grupo llamado los “Libres del Sur”, 1839.
Las fuerzas leales a Rosas estaban alertas y se movieron rápidamente. El primero en salirles al cruce fue el coronel Prudencio Rosas, hermano del gobernador, a quien se unieron otros grupos, como el regimiento de Nicolás Granada, a quien curiosamente se creía unido a la revolución.

En total, Rosas llevó 1.600 soldados y unos 300 indios. En formación de batalla, la derecha del ejército de Rosas estaba al mando del teniente coronel Ramón Bustos, la izquierda al de Manuel del Carmen García, la infantería — ubicada en el centro — bajo las órdenes del mayor Florencio Villanueva y la retaguardia al mando del coronel Granada. Una fuerza adicional, formada principalmente por indígenas, estaba mandada por Ventura Miñana.

En la mañana del 7 de noviembre, las fuerzas de Rosas llegaron a orillas de la laguna de Chascomús, donde lo esperaban las fuerzas rebeldes, un total de 1.700 voluntarios. Los revolucionarios salieron a recibir al regimiento de Granada, a quien todavía creían su aliado, pero los hombres de éste atacaron violentamente a los rebeldes. La reacción desesperada de un batallón de los Libres logró desorganizar a las fuerzas de Rosas.6?

Granada reorganizó a los dispersos en torno a su propio regimiento y lanzó una serie de ataques, destruyendo las reservas de sus enemigos. Con Crámer muerto, el mando pasó a Rico, que logró reunir sus fuerzas e intentar un nuevo ataque. Pero uno de sus oficiales se pasó a las fuerzas de Granada y, en su retirada, desorganizó completamente a los "Libres", que huyeron del campo de batalla. En su huida, arrollaron un escuadrón de caballería federal, llevándolo lejos del campo.

En total, la batalla había durado más de tres horas y costado 250 muertos,7? y entre 500 y 700 prisioneros y pasados al ejército vencido. El ejército de Rosas tuvo 7 muertos y 15 heridos.

Los vencidos
Pedro Castelli creyó que todavía podía lograr algo, porque un grupo había logrado tomar la ciudad de Tandil. Pero fue alcanzado y muerto, y su cabeza quedó clavada en la plaza de Dolores durante ocho años, como escarmiento. El grupo de Tandil caería sin luchar dos días después.

Rosas, por su parte, se instaló en Dolores y se dedicó a perseguir a quienes habían apoyado el movimiento; muchos estancieros y capataces fueron arrestados en las últimas semanas de ese año.

Rico huyó hacia el Tuyú, al frente de un grupo numeroso de hombres, y los embarcó en naves francesas (parece exagerado que haya embarcado mil hombres, como se dijo). De allí partieron a unirse al ejército de Lavalle en su campaña en Entre Ríos, y muchos lo acompañarían en toda su campaña de los años 1840 y 1841. La campaña terminó con un fracaso y con la muerte de Lavalle, Rico y muchos otros jefes.

La mayor parte de los gauchos fueron puestos en libertad por orden del gobernador, que prefirió ganarse su fidelidad anunciando que habían sido engañados por sus patrones para unirse a la campaña. En realidad, muchos de ellos habían seguido a sus jefes sin detenerse en las causas por la que éstos se habían insurreccionado, como también muchos de los que seguían incondicionalmente a Rosas era por seguir a sus patrones, partidarios de éste.

La derrota de los liberales (o unitarios) agotó las fuerzas de los opositores a Rosas en el sur de la provincia, que fueron sus mejores partidarios hasta el final de su gobierno. Los opositores que permanecían en la capital emigraron lo más rápido que pudieron.

Los franceses siguieron intentando ayudar a los enemigos de Rosas, pero ya a finales del año siguiente los abandonaron. Rosas logró imponer su sistema político a todo el país a fines del año 1842 por primera vez en su carrera.



miércoles, 7 de agosto de 2019

Perón felicitaba al recordado Atilio García Mellid, por su libro contra la Guerra del Paraguay, hace 55 años




Carta al Sr. Atilio García Mellid 7 de agosto de 1964

Escrito por Juan Domingo Perón.

Madrid, 7 de agosto de 1964

Al Sr. Atilio García Mellid

Buenos Aires

Mi querido amigo:

He recibido y leído su nuevo libro: "Proceso a los falsificadores de la Historia del Paraguay" y lo encuentro magnífico en todo sentido, pero especialmente extraordinario dentro del procesamiento de las oligarquías antinacionales que Usted viene realizando con tanto talento como éxito.

Usted sabe el cariño entrañable que yo tengo a ese pueblo digno de admiración, al que tengo el honor de pertenecer como ciudadano honorario, y considero que su libro abre un nuevo curso a la historia de nuestros países en los que los historiadores "oligarcas hicieron de las suyas, falsificando la verdad e indignificando más los hechos que pretendieron explicar con sofismas que ni ellos mismos creyeron.

Los paraguayos y los buenos argentinos lo han de haber recibido con verdadero alborozo, porque pone las cosas en el lugar del cual no debieron haber salido nunca, si como mantenemos la verdadera historia es verdad y es justicia, aún cuand no agrade a muchos de los que están ligados a los que la protagonizaron. Es indudable que "La Nación" ha de haber puesto el grito en el cielo, pero ahí están los hechos que valen mucho más de cuanto se pueda alambricar con subjetividades deformantes.

Atilio García Mellid


Como Profesor de Historia Militar en la Escuela Superior de Guerra he debido estudiar y tratar la Guerra del Paraguay, especialmente en la parte que se refería a la campaña y confieso que al tratar las "causas de la Guerra" y los temas afines a la provocación de las operaciones, me he visto en figurillas para hacerlo con ecuanimidad y veracidad, porque los autores que sobre esta contienda escribieron estaban todos influenciados por las falsedades corrientes en este sector guerrero de la historia argentina. Normalmente preferí pasar por alto cuánto no pude tratar honestamente, pero no dejé ya de descubrir las enormidades con que se nos pretendía engañar. Por eso fui siempre un partidario decidido y honesto de dar una satisfacción al Paraguay y por eso durante mi Gobierno decidí y realicé la devolución de los trofeos que, en cierta medida, deshonraban las glorias y tradiciones de la República.

Usted comprenderá así la inmensa satisfacción con que he leído su libro, que me decido ahora a releerlo para estudiarlo más concienzudamente, porque su contenido tan documentado y circunstanciado, no puede penetrarse en plenitud sin un profundo análisis.

Muchas gracias por todo. Un gran abrazo

Firmado: Juan Perón

martes, 11 de junio de 2019

Hace 13 años hablaba Jorge Rulli y desenmascaraba a los falseadores de la historia.





A propósito de la película "Patriotas": El antiperonismo continúa vigente y operativo desde la nueva izquierda progresista.

"El fracaso de la asonada del 10 de junio ha sido consecuencia del cirterio militar del cuartelazo..."


La película "Patriotas", que se proyectó en el Salón Azul del Senado la noche pasado 9 de junio, como parte importante de la conmemoración de los cincuenta años del levantamiento del general Valle, así como pocas horas después se proyectó en el Canal 7, del Estado, constituye, según mi punto de vista, el mas claro síntoma de una crisis de identidad instalada en la dirigencia política, así como en muchos sectores intelectuales; expresa un extravío de todo sentido de lo que puede ser una política cultural por parte de la gestión de gobierno y es a la vez, un empecinado intento por confundir y trabucar trayectorias y verdades e impedir la recuperación de un pensamiento nacional.

Que Anguita en el Canal 7 Y María Seoane en el 13, habiendo sido ambos notorios militantes del PRT/ERP en los años '70, sean ahora los responsables de recuperar la historia peronista de los fusilados del '56, no es un hecho casual ni puede dejarse pasar como un dato menor. Boca no le encargaría a River que haga su propia historia, sino hubiera de por medio un quiebre de la propia identidad, un plan siniestro o un extravío absoluto de sentidos. Que aparezcan hombres como Felipe Pigna y Rosendo Fraga en el film de Anguita, como referentes de aquellos hechos, junto a otros personajes del menemismo o de la llamada tendencia revolucionaria, y que el film de los fusilados del '56 pase casi inadvertidamente de la vida de los mártires de junio a la de Rodolfo Walsh, quién como escritor y sin ser peronista, en aquellos años, rescató tempranamente uno de los hechos mas crueles de esos crímenes, tal como fueron las muertes en los basurales de José León Suárez, tampoco son hechos casuales sino la clara voluntad de un plan preconcebido y la expresión de una ideología dominante que intenta organizar la información según los intereses mezquino del Poder de turno.

Mucho mas importante fue como biografía de aquellos hecho trágicos, el trabajo realizado por un hombre del '45, un hombre de enorme relevancia en el movimiento popular, y me refiero al escritor y periodista Salvador Ferla, cuyo libro "Mártires y verdugos", logró, en aquellos tiempos dificiles, una mirada abarcadora del intento revolucionario y de la represión que lo sucediera y sin embargo, el film se perimite ignorar tanto esta obra como la existencia del escritor.

Pero hay mucho mas todavía. La película de Anguita tiene graves errores históricos, verdaderas tergiverzaciones que no pueden ser casuales de manera alguna. Se sindica como integrantes de la Junta Consultiva, grupo de políticos que sirvieron a la Revolución Libertadora en el '55 como maquillaje y para una presunta legitiación de sus actos, y que avalaron con su presencia, con sus discursos o con sus silencios los asesinatos de junio, a dos dirigentes del radicalismo que tuvieron en algún momento de su vida, importantes entendimientos con Perón: me refiero al Doctor Arturo Forndizi y a Ricardo Balbín. Con el primero Perón firmó el acuerdo para respaldarlo en las elecciones del '58 y con el otro se recordará siempre el abrazo histórico de ambos en el '73 y el discurso de Balbín frente a su féretro, donde apela  como pocas veces en nuestra historia de enfrentamientos a la unidad del pueblo y a la recuperación de la nacionalidad, expresando "Este viejo adversario, despide al amigo".
Ninguno de ellos, ni Balbín ni Frondizi integraron aquella junta, esto es un hecho histórico. Todo o contrario, en la película se rescata a Oscar Alende como alguien que había rechazado los fusilamientos cuando ello no es cierto, ya que no solo integraba la junta sino que guardó silencio frente a la sangre derramada. Ocurre que en esta transversalidad que se configura como extraño neoperonismo de rasgos liberales y a la vez de izquierda presunta, muchos políticos provienen de aquella vertiente y parece que era importante y oportuno rescatarla... aún al precio terrible de falsificar la historia.

Asimismo enfatiza la película de hecho de que la Dictadura acusara de comunistas a los conspiradores del 56, mientras ignora el rol cumplido en esos mismos días por el partido comunista. No nos consta en absoluto que se haya acusado a Valle o a sus compañeros de comunistas, pero si recordamos que en esos mismos días aciagos de junio, cuando la represión militar conducía a los paredones y a la muerte, la milicia del partido comunista que integraba los Comandos Civiles en apoyo a la Revolución Libertadora, ocuparon los aeropuertos civiles de la provincia de Buenos Aires para evitar la fuga de alguno de los insurrectos... Suponemos que también estos hechos hoy resulte inconveniente recordarlos, dados los antecedentes partidarios de muchos de los funcionarios que años después descubrieron los derechos humanos, las mieles del poder y de la participación en el gobierno de la República.

Pero hay además y como si todo lo anterior fuese poco, una afirmación arriesgada y que por primera vez se lanza desaprensivamente a la  opinión pública, me refiero a la acusación de que Perón habría "condenado duramente el alzamiento" en un primer momento y que posteriormente, transcurridos seis meses y contando con información mas fidedigna de parte del general Tanco, recién lo habría reconocido a Valle com a un héroe de la Resistencia.
No es sólo un hecho sacado de contexto y en el marco de una historia que se permite desconocer en profundidad la época de la que trata y a la que aplican estereotipos de oportunismo para justificar la propia ignorancia, yo creo que mas que una malversación de la información periodística, es parte de una maniobra generalizada de desperonización, que proviene de aquellos años y que ahora continúa por izquierda y una vez mas y como siempre en el Poder.

Vayamos ahora a las pruebas y a los testimonios de la memoria. La película reconoce que Valle no tenía por razones operativas relaciones con Perón. Toda posible conducción del Peronismo implicaba a Perón en el exilio o sea en ese momento en Panamá. Mientras tanto, en el interior del País, surgía gradualmente algún tipo de dirigencia informal o liderazgo que el Pueblo comenzaba a reconocer como parte de una reorganización generalizada, que se identificaba como la Resistencia Peronista. En este plano de reconocimientos estaba sin dudas: John William Cooke, que aún no había sido nombrado delegado del Movimiento y que no se hallaba preso en Ushuaia como dice la película sino en la Escuela de Mecánica del Ejército, y que seguramente también varios otros cuadros importantes, tales como César Marcos, Raúl Lagomarsino, Enrique Oliva, Manuel Damiano, Héctor Saavedra, José María Rosa, Fernando Torres y muchos otros mas, detenidos todos desde varias semanas antes en el Departamento de Policía y durante el alzamiento, reunidos de apuro en la Escuela de Mecánica junto al Bebe, con la intención de fusilarlos en masa, y allí se ve la maniobra de alentar el golpe por parte del Gobierno, maniobra que el propio Valle le imputa a su asesino en la carta postrera, si bien el intento de fusilarlos no pasó de simulacros con balas de salva, que los prisioneros sobrellevaron con un valor y una dignidad que asombrara a sus carceleros y verdugos y que conduce como reconocimiento poco mas tarde, a Perón a formalizar un nivel de conducción en el territorio.

Ninguno de esos cuadros prisioneros del peronismo en el país aprobaba en verdad el gope militar, conspiración que por otra parte nunca intentó erigirse como abiertamente peronista, todo lo contrario, siempre estuvo claro que fue un intento puramente militar, aunque con participación pasiva de civiles entusiastas por dar la pelea cuanto antes. Intento militar surgido fundamentalmente del pundonor y de la vergüenza que como militares sentían muchos de ellos ante las felonías de sus camaradas y los abusos de la Marina, y que no se proponía el retorno explícito de Perón sino el fin  del Estado de terror imperante, el lograr detener el plan de coloniaje que se implementaba y el poner en marcha una salida electoral sin restricciones. El film de Anguita apela a la desmemoria  de un patético y anciano Framini, recogido sin duda por su tardía adscripción al peronismo auténtico y lo hace referirse a una supuesta conducción cívico militar del alzamiento que todos los hechos y las pruebas existentes desmienten categóricamente. En la carta que Perón le escribe a Cooke el día 12 e junio la referencia al golpe es explícita pero debe leerse como un diálogo interno con los compañeros que se preparan para asumir una conducción táctica en el país y como la visión de un estratega que tiene sus ojos puestos en un horizonte mucho mas vasto que el que le fijan sus enemigos. Escribe Perón en una carta absolutamente peronal a J. W. Cooke: "El fracaso de la asonada del 10 de junio ha sido consecuencia del criterio militar del cuartelazo. Los dirigentes de ese movimiento han procedido hasta con ingenuidad. Lástima grande es que hayan comprometido inútilmente la vida de muchos de nuestros hombres, en una acción que, de antemano podía predecirse como un fracaso". Y mas adelante añade: "... lo he repetido miles de veces a todos los apresurados que confiaban mas en un golpe de la fortuna que en la preparación sistemática y racional de un trabajo adecuado. Desgraciadamente, el golpe fallado el 10 de junio, me ha dado la razón pero, el precio ha sido demasiado grande. Hubiera preferido equivocarme. Sin embargo, esto ha de servirnos para no insistir en un camino inconveniente. Nuestra finalidad ha de ser la Revolución Social, con todas sus características y con todas sus consecuencias". Hasta aquí Perón en carta a Cooke que figura en el primer tomo de correspondencia entre ambos y que por primera vez pone sobre el tapete un debate que durante años marcará la vida del movimiento popular, me refiero a los caminos revolucionarios que tomará la lucha y sus opciones. A continuación algunas hebras de pensamiento reflexivo absolutamente personal.

No alcanzo a imaginar claramente cual sería el intento de Anguita, de Seoane y de muchos otros libres del sur que participan en algún tipo de concertación ideológica para configurar un pensamiento nuevo y advenedizo, pero presiento que estarían intentando sentar las bases de un movimiento popular diferente a lo que hemos conocido. Que ese movimiento necesita con urgencia anclajes históricos y que lo que intenta es ir revisando y reinterpretando el pasado inmediato desde el poder que ejerce, aplicando las mismas categorías ideológicas sobre las que sustenta su transversalidad actual de sectores medios provenientes de la izquierda y del liberalismo partidocrático. Un caso emblemático de este discurso nuevo que explora y a la vez trata de conquistar el pasado para ponerlo al servicio de sus nuevas políticas, es el tratar de instalar en la opinión pública y sin mayores reflexiones, un aserto arriesgado, que el terrorismo de estado habría comenzado en 1956 con los fusilamientos de Valle y sus compañeros, a la vez que enfatizar la carta póstuma de Valle para legitimar indirectamente la muerte de Aramburu... Hasta las desobediencias militares aisladas que se alientas con provocaciones y con políticas de cambio demorados sobre la estructura militar actual sirven la finalidad de mantener su clima de confrontación que refiere implícitamente a los setenta, y tengo la impresión que en el centro axial de este andamiaje propoagandístico que incluye el énfasis en la figura de Evita como contrapartida de la invisibilización de Perón y que abarca desde los discursos de Tumini a los cursillos filosóficos de Feimann, estaría la herida en el ego y el destierro a que condujo la expulsión de la plaza el primero de mayo del año '74... Me vienen ganas de gritarles: ¡Señores: nunca hubo un movimiento Evita, al menos un movimiento de Evita sin Perón, y aunque no puedan aceptarlo y les incomode hasta imaginarlo, deberían saber que Evita viviera, no habría sido sino la leal y amorosa esposa del General y jamás la cómplice de hombrecitos minúsculos y sectarios, expertos en desandar los caminos de la Revolución Nacional!

Nada de todo lo anterior sería objeto de mayores sospechas y preocupaciones, ni iría más allá de los revisionismos históricos a los que estamos acostumbrados, sino estuviéramos ante la amenzada terrible de una confirmación de los modelos profundos que hacen a la nueva colonización. Me refiero a que se agrandan actualmente las distancias entre los discursos, que son claramente posneoliberales cuando no directamente setentistas, mientras las agendas políticas resultan incapaces o acaso timoratas de modificar los cambios profundos operados durante los años noventa. Si fuéramos como país una excepcionalidad en América Latina. no intentaríamos ver mas allá de las actuales circunstancias, pero la cercanía de procesos similares tanto en el Uruguay, como en Chile y sobretodo en el Brasil, nos impresionan como que nuevas configuraciones políticas están exigiendo de nosotros un esfuerzo particular del pensamiento y del análisis. No nos preocupan las supuestas categorías sociales y los consensos ideológicos que se nos imponen como nuevas verdades generalizadas, a diario y desde posiciones de Poder, lo que nos preocupa es que esos consensos y discursos políticos ignoren los agronegocios, los modelos de rol y las insumo dependencias que afectan toda posible soberanía nacional. De hecho, el que los ignoren, significa en los hechos que los hacen suyos, que los respaldan. Y si hacen suyas las políticas de Estado heredadas de la época del neoliberalismo, ahora, justamente en el final de la era del petróleo y cuando se nos vende que los biocombustibles son una enorme oportunidad para la Argentina, no podemos dejar de preocuparnos y de preocuparnos mucho...

Jorge Rulli. Programa "Horizonte Sur". Radio Nacional. 11 de junio de 2006